Tuve la suerte cuando era tan sólo una niña de 10 años, de compartir con él muchas veces, las hermosas mesas de lectura de la Biblioteca Nacional, en su antigua sede de la esquina de San Francisco. Él que era un niño me creyó grande, yo que era una niña lo supe grande, y nos hicimos amigos de Julio Verne y Hermanos Grimm, de Divina Comedia y Doña Bárbara. A la salida, como dos amiguitos del colegio, compartíamos un helado de a medio, que venía como un helado de palito y se llamaba "morocho", en sabores de uva, mandarina, chocolate y mantecado. Yo no sabía que era escritor, sólo sabía que era un gran lector y por eso me hice su amiga. Muchos años después, siendo una joven pasante del Diario de Caracas, lloré su muerte y supe que mi infancia tenía nombre y apellido.
Creo en Pablo Picasso,Todopoderoso,Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fué crucificado, muerto y sepultado por el tiempo , pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro
con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada
en el recuerdo de Isadora Duncan abatíendose como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia ví al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilke héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo
al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada
de los arcángeles, junto a sus cienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia
en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe, creo en los ratoncitos que tiraron
del coche de la Cenicienta, el beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro
del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fín,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.
2 comentarios:
Qué riqueza de creencias, todas compartibles; qué riqueza haber saboreado un helado morocho con Aquiles Nazoa, ese poeta tan aéreo y risueño, qué lochas tan bien empleadas, qué recuerdos irrecuperables.
Tengo entendido que el texto dice "creador del cielo de la tierra" y no "creador del cielo y de la tierra" como es credo cristiano. Es la omisión de un "y" que cambia bastante el sentido.
Hermoso blog. Lo visitaré con frecuencia.
Felipe
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