jueves, 31 de mayo de 2007

ROQUE DALTON REVISITADO / POEMA




Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría!

POEMAS DE HARRY ALMELA


Pertenencia

Hojeo un atlas
para descubrirla forma de Birmania.
Más tarde
salen a mi encuentro
esas líneas que tanto
nos inquietan: la palabra
no es el sitio del resplandor


En la montaña frente a mi pueblo
a esta hora
la noche también existe
y un pájaro celaje la contempla.
El sueño me seduce
mirándote en las fotografías.
Acaricio formas de la ausencia,
esa otra manera tuya de poseerme.


***


Esa ventana en el cielo
para irnos a otra parte
se llama luna.
La noche nos hunde.
En el sueño somos
la mitad que nos falta.
Y la muerte
pasa a veces
tan cerca
y uno no sabe.

En Poemas
Maracay, Secretaría de Cultura del estado Aragua, 1983. Venezuela
La liebre libre

Gustav Klimt Imágenes Inolvidables

500 AÑOS DE MUJERES EN EL ARTE

EL GABO VUELVE A MACONDO

EL GABO Y SU MUJER MERCEDES BARCHA EN EL TREN DE VUELTA A ARACATACA

'Gabo' vuelve a su pueblo natal 25 años después en un tren lleno de nostalgia
Se dice que el Nobel era reacio a regresar a Aracataca por una especie de presagio que le hacía temer que no volvería a hacerlo

31/05/2007

Aracataca (Colombia). (EFE).-
El escritor colombiano Gabriel García Márquez regresó hoy a Aracataca, su pueblo natal, después de 25 años de ausencia, y lo hizo en un el 'tren amarillo' que aparece en sus obras y que recorría la zona bananera del norte de Colombia hace ocho décadas, en tiempos de esplendor.García Márquez, premio Nobel de Literatura de 1982, siguió así la temporada de homenajes que comenzó el pasado 6 de marzo cuando cumplió 80 años y siguió el 26 de ese mes en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, al celebrarse 40 años de 'Cien años de soledad', su novela cumbre, y 25 del máximo galardón de las letras.
Cuentan allegados al escritor que éste se había manifestado reacio a regresar por una especie de agüero, que le hacía temer que fuera la última vez en hacerlo.El tren amarillo, que en realidad es color crema y azul celeste, está formado por una locomotora identificada con el número 1047, que tira tres coches, uno de ellos con sillas laterales de madera y persianas amarillas de subir y bajar, al estilo de los años 40 del siglo pasado, como narra el escritor en sus libros.
El tren partió de la estación contigua al puerto de Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, fundada en 1525, y la capital del departamento caribeño del Magdalena, y tardó casi cuatro horas en cubrir los 80 kilómetros de recorrido.En el vagón principal iban García Márquez -vestido de blanco-, su esposa Mercedes y medio centenar de familiares y amigos, funcionarios y empresarios que promueven la recuperación de la ruta ferroviaria.Entre los amigos estaba el compositor más célebre de música vallenata, Rafael Escalona, uno de cuyos temas más famosos -'El testamento'-, habla de "un diablo al que le llaman tren" que "de tarde se mete a Santa Marta".Saludo de ClintonEl escritor recibió una llamada por teléfono celular de uno de sus amigos más conocidos, el ex presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001), quien lo acompañó el pasado 26 de marzo en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, en el homenaje que le tributaron durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española.
El tren es un proyecto turístico y cultural que pretende recuperar el sistema de transporte e impulsar el desarrollo y la cultura de la zona.La locomotora fue fabricada en 1969 por la Sociedad Españolas de Construcciones Basbcock y Wilcox, con licencia de General Electric.Los coches se restauraron en un taller cerca de Medellín que llegaron en camiones a Santa Marta pocas horas antes de la partida por varias complicaciones.Después de serpentear las montañas que bordean el mar, el ferrocarril se abrió paso entre los platanales, mientras los habitantes de los pueblos y trabajadores de las haciendas salían a saludar la caravana.
Los coches, animados adentro por bailes típicos, pasaron por Gaira, Bonda, Ciénaga, Riofrío, Orihueca, Prado Sevilla -que fue la sede de la estadounidense United Fruit-, Guacamayal, Tucurinca y, por fin, Aracataca.Universo míticoFue entre Guacamayal y Sevilla, de donde se dice que salió el nombre de Macondo, inmortalizado como universo mítico de la obra de García Márquez y que, según distintos estudiosos, proviene del nombre de una clase de plátano de origen africano o de una de las haciendas de la región.
Al llegar a Aracataca, el escritor paseó por las calles polvorientas en un coche de caballos y al final no subió a un automóvil descapotable de los años 40 que le tenían preparado, en medio de 34 grados centígrados a la sombra.Después llegó a un almuerzo en el que se sirvieron viandas de la tierra como sierra guisada -una variedad de pescado-, ensalada, arroz con coco, posta de carne, "cayeye" -un puré hecho con plátanos pequeños- y de postre, dulce de corozo, una fruta del Caribe.Las estaciones del 'tren amarillo' guardan poco de los buenos tiempos que vivió la zona bananeras, cuando ocurrieron la célebre huelga de las bananeras en 1928 y la no menos famosa masacre de trabajadores, mencionadas por García Márquez en sus obras, que hablan de vagones que llevaban centenares de cadáveres para arrojarlos al mar.
En alguna parte de 'Cien años de soledad', su autor recuerda a Aracataca "estremecida por un silbato de resonancias pavorosas, y una descomunal respiración" del "inocente tren amarillo".Hoy, después de recorrer 80 kilómetros llegó a Aracataca, donde se detuvo en medio de un profundo suspiro mientras se desataba una estampida alrededor del vagón y los niños vitoreaban a 'Gabo' en una estación pintada con mariposas amarillas, como las que revoloteaban alrededor de Mauricio Babilonia en 'Cien años de soledad'.El escritor del realismo mágico, conocido por su legendaria timidez, y sorprendido por las muestras de afecto de la gente, se limitó a poner cara de pánico por lo que le esperaba al descender del tren y a manifestar: "¿Se dan cuenta de que yo no inventé nada?"

miércoles, 30 de mayo de 2007

Tomas Eloy Martínez / Cien Años de Soledad


Tomás Eloy Martínez
Cien años de soledad cumple hoy cuatro décadas

El libro y el viaje que hicieron historia

En 1967, García Márquez vino al país por única vez; llegó como un completo desconocido; diez días después, era una celebridad literaria; un testigo privilegiado evoca aquella visita




Agosto de 1967 fue el mes que cambió la vida de Gabriel García Márquez. Había cumplido 40 años el 6 de marzo de ese año, y en septiembre anterior había puesto punto final a Cien años de soledad, su novela de gloria. Todavía no tenía editor. Lo más probable era que terminara cediéndola a Era, el sello mexicano independiente que acababa de publicar El coronel no tiene quien le escriba. En mayo, cuando la revista Mundo Nuevo adelantó en París el fragmento sobre el insomnio en Macondo, una ráfaga de deslumbramiento corrió entre los lectores hispanoamericanos.
Se estaba ante la completa novedad de un lenguaje sin antecedente y de una osadía narrativa que sólo podía compararse con Rabelais, con Kafka y con los cronistas de Indias. Aun así, el autor seguía siendo casi un desconocido. En su casa de San Angel Inn, al sur de la infinita ciudad de México, seguía enredado en apuros económicos que le impedían pagar a tiempo el alquiler y obligaban a su mujer, Mercedes Barcha, a pedir que les fiaran sin término los alimentos en el mercado. Llevaban ya seis meses de insolvencia cuando el propietario de la casa llamó a la puerta y les preguntó si tenían idea de cuándo podrían saldar la deuda. García Márquez contó así el episodio en Cartagena: "Mercedes hizo sus cuentas astrales y le dijo a su paciente casero, sin el mínimo temblor en la voz: -Podemos pagarle todo junto dentro de seis meses. -Perdone señora -le contestó el propietario-, ¿se da cuenta de que entonces será una suma enorme? -Me doy cuenta -dijo Mercedes, impasible-, pero entonces lo tendremos todo resuelto, esté tranquilo."
A mediados de julio de 1967, los García Márquez fueron invitados por el gobierno venezolano a participar en un congreso de literatura al que también asistirían Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa y Arturo Uslar Pietri. Al final de las deliberaciones se iba a entregar por primera vez el premio Rómulo Gallegos, que ascendía entonces a cien mil bolívares, unos veinticinco mil dólares. Los candidatos eran Tres tristes tigres , de Guillermo Cabrera Infante; El siglo de las luces , de Alejo Carpentier; Juntacadáveres , de Onetti, y La casa verde , de Vargas Llosa. García Márquez y Mercedes llegaron a Caracas el 3 de agosto. En el aeropuerto los esperaban Soledad Mendoza, que era amiga de ambos desde 1958, y Mario Vargas Llosa, que sólo conocía algunas páginas de Cien años de soledad y se moría de ganas de abrazar al autor.
"Esa fue la primera vez que nos vimos las caras", escribiría después Vargas Llosa en Historia de un deicidio . "Recuerdo muy bien la suya, desencajada por el espanto reciente del avión, incómoda entre los fotógrafos y periodistas. Nos hicimos amigos y estuvimos juntos las dos semanas que duró el Congreso, en esa Caracas que con dignidad enterraba a sus muertos [los del terremoto que había destruido parte de la capital una semana antes]." Vargas Llosa ganó el premio Rómulo Gallegos con La casa verde . La novela de García Márquez había sido publicada en Buenos Aires sólo un par de semanas antes y, por lo tanto, estaba fuera de concurso. Apenas terminó el Congreso, Mercedes y él volaron a Bogotá, donde confiaron a la familia el cuidado de Rodrigo y Gonzalo, sus dos hijos pequeños, y el 16 de agosto a la madrugada llegaron a Buenos Aires, invitados por la editorial Sudamericana y por el semanario Primera Plana , del que yo era jefe de redacción.
Días difíciles El vuelo de Avianca desde Bogotá, con una larga escala en Lima, aterrizó en Ezeiza a las 3.15. Los García Márquez soñaban con ver las cumbres de la cordillera de los Andes, pero no había luna esa noche y el cielo cubierto de nubes apagaba todos los paisajes. -Vimos la Cordillera con su luz cuando regresamos a Bogotá con una escala en Santiago de Chile -contará Mercedes cuarenta años después. -Eran las tres de la tarde. Las montañas estaban nevadas y el aire era transparente. Aquella visión nos cortó el aliento -dirá Gabriel. Durante tres días, primero en la ciudad de México una tarde de noviembre de 2006, y luego durante dos noches de marzo de 2007 en Cartagena de Indias, los tres repasamos los detalles de aquel inolvidable viaje a Buenos Aires, que selló para siempre la gloria de García Márquez. No sólo a mí me interesaba tener los hechos claros.
También a él, porque la historia de Cien años de soledad abrirá el segundo volumen de las memorias que empezaron con Vivir para contarla . Parte de ese relato fue adelantada en el discurso que pronunció el 26 de marzo en el Centro de Convenciones de Cartagena. La prensa ha prestado especial atención a las declaraciones de humildad del autor -"ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien años de soledad , llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares"-. Pero al resto del discurso se le concedió menos importancia, quizá porque los incidentes que contó García Márquez se daban como sabidos. No es así. En las noches de Cartagena y de México cotejamos la versión autorizada por el autor con la que dio al llegar a Buenos Aires en 1967. Juntos corregimos los horarios y las estadísticas alteradas por el vértigo de los años y coincidimos en detalles que ahora transcribo puntualmente.
A los García Márquez no les alcanzaban los ahorros para completar los 58 pesos mexicanos que costaba enviar por correo el manuscrito de la novela -unas 590 carillas- y tuvieron que dividirlo en dos paquetes. Gabriel cree que los 500 dólares que la editorial Sudamericana iba a pagarles como adelanto por la publicación llegaron a tiempo para sacarlos de aprietos, pero en Buenos Aires, cuarenta años antes, habían contado que Mercedes debió empeñar en el Monte de Piedad la licuadora que Soledad Mendoza les regaló cuando se casaron. Así volvieron al correo con los veinte pesos que necesitaban y, cuando salieron de allí aliviados, Mercedes dijo: -¡Ay, Gabito! Lo único que falta ahora es que la novela te haya salido mala. Le había salido buenísima, y los dos lo sabían, pero no querían decirlo en voz alta porque son supersticiosos como todos los hijos del Caribe, y cantar victoria antes de tiempo hubiera atraído la mala suerte, la pava, como se llama ese estigma en la costa colombiana.
El primer amanecer Al aeropuerto de Ezeiza llegó Mercedes con un vestido de lanilla suelto, que acentuaba la elegancia de su porte y la esbeltez de su cuello, alto y airoso como el de la reina Nefertitis. Usaba entonces el pelo corto y se movía con la seguridad de quien jamás duda de su importancia en el mundo. García Márquez contó esa noche que en marzo de 1965, antes de sentarse a escribir la novela, le entregó a su mujer los mil quinientos dólares que había ganado en un trabajo para una agencia de publicidad y le dijo: -Vas a tener que arreglarte con esto para los gastos de la casa, Meche. Yo tengo que encerrarme a escribir la novela. -¿Cuánto te parece que vas a tardar, Gabito?-Seis meses, cuanto mucho. Fueron dieciocho, un año y medio. En ningún momento lo interrumpió Mercedes para confiarle las deudas en que se estaba comprometiendo y ni un solo día dejó García Márquez de cumplir con el trabajo de galeote que se había impuesto.
En Buenos Aires recordó que sólo una vez, apremiado por una feroz sed de alcohol, se puso a gritar: -¡Carajo, en esta casa ni siquiera hay whisky! Pero Mercedes diría en Cartagena que ella se las había arreglado siempre para que el whisky no faltara. Lo que sí escaseaba a veces era el papel de escribir, porque Gabriel, en vez de tachar cuando cometía un error, volvía a mecanografiar con dos dedos la página completa, y así los cestos se llenaban rápido de hojas maltratadas. A Buenos Aires llegaron los dos con unas ganas irreprimibles de comer un bife de chorizo. Gabriel vestía la misma chaqueta caribe de colores eléctricos con la que Ernesto Schoo lo había fotografiado en México y que estaba reproducida en la tapa de la revista Primera Plana del 20 de junio.
Durante años se atribuyó por error a esa portada insólita -que introducía a un escritor desconocido con un título estruendoso: "García Márquez-La gran novela de América"- la fama instantánea que cayó sobre el autor en Buenos Aires y que se expandió con una fuerza evangélica por todos los meridianos de la lengua castellana. A Primera Plana , sin embargo, no le corresponde mérito alguno, excepto el de haber advertido a tiempo la grandeza de ese libro. La historia tal como fue es tan sencilla que cabe en pocas líneas. En septiembre de 1966, alertado por Carlos Fuentes, el crítico chileno Luis Harss entrevistó a García Márquez en México, leyó fragmentos de la novela y decidió incorporar de inmediato al escritor al grupo de los diez más grandes narradores vivos de América latina. El libro se llamó Los nuestros e incluía entrevistas con Borges, Onetti, Miguel Angel Asturias, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, João Guimarães Rosa, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
Al regresar a Buenos Aires, Harss aconsejó a Francisco Porrúa -director editorial de Sudamericana- que comprara los derechos de la novela. Porrúa la leyó entusiasmado y me invitó a su casa de San Telmo una noche de lluvia para que compartiera el deslumbramiento. No había duda. Se trataba de una obra maestra y, además, reveladora de los poderes infinitos de una ficción bien contada. Porrúa y yo acordamos que la editorial y el semanario unirían esfuerzos para invitar al autor a Buenos Aires. Ramiro de Casasbellas, subdirector del semanario, opinó que el lanzamiento sería incompleto si no se entrevistaba al autor. Ernesto Schoo partió entonces a México y tuvo con García Márquez una conversación de antología. En esos tiempos precarios, los autores no presentaban sus libros al público ni las editoriales los llevaban de viaje para promoverlos.
Había que buscar, entonces, otro pretexto. Sudamericana y Primera Plana patrocinaban un premio de novela y ya estaban elegidos dos de los jurados: Leopoldo Marechal y Augusto Roa Bastos. Como hacía falta un tercero, García Márquez calzaba a la perfección. El y Mercedes fueron alojados en un hotel modesto de la calle Arenales, del que jamás se quejaron. Durante los primeros días, García Márquez -famoso por su disciplina de monje- se aplicó a la lectura de los 57 manuscritos presentados al premio, y pasó revista de todos los textos que le pusieron por delante. Así celebró los cuentos de Juan José Hernández como "los mejores que se están escribiendo en este país de grandes cuentistas" y, una vez que decidió votar por El oscuro, de Daniel Moyano, en el concurso, pidió todos los libros anteriores de Moyano para leerlos en el avión de regreso.
Al principio, nadie lo reconocía. Me pidió prestado el automóvil que yo tenía en esa época para ir a besarse con Mercedes en los bosques de Villa Cariño, y una mañana de jueves, a eso de las diez, cuando estábamos desayunando en la esquina de Santa Fe y Suipacha, se levantó de pronto de la mesa, tomó a Mercedes de la mano y la llevó hacia la mitad de la avenida, interrumpiendo el tránsito. Allí la levantó en vilo, como a una novia, y la besó en la boca. -Lo hizo porque yo era más delgada -dirá Mercedes en Cartagena, cuarenta años más tarde. -No lo repitas -contestará Gabriel-, porque soy capaz de volver a hacerlo ahora mismo. El viernes ya lo aplaudían en los teatros, lo abrazaban en las calles y el representante del café de Colombia en la Argentina le daba una gran fiesta en su casa de Acassuso. Allí vi a García Márquez ejercer sus entonces desconocidos poderes de mago, que ahora son famosos. Hacia la medianoche, Patricia Peralta Ramos estaba meditabunda en un rincón. Gabriel se le acercó y le dijo unas pocas palabras al oído. Ella quedó instantáneamente bañada en lágrimas y, cuando estuvo a punto de sollozar, salió al jardín. -¿Por qué la hiciste llorar? -le dije-. ¿Qué le dijiste? -Nada -respondió él-. Le pregunté por qué se sentía tan sola. -¿Cómo supiste que estaba sola? -¿Acaso has conocido a una mujer de veras que no se sienta sola? Patricia se acordaba perfectamente de la historia cuando la encontré en Washington a mediados de 1983 y seguía emocionándose al evocarla.
El lunes 20 de agosto de hace cuarenta años, cuando llegué al hotel para llevar a García Márquez a la redacción de Primera Plana , donde lo esperaban cincuenta ejemplares de su novela para autografiar, noté que Mercedes estaba incómoda y le pregunté qué le pasaba. -Nada -dijo-. Ya he usado toda la ropa que traje. Cuando vuelva a Bogotá tendré que comprarme algo. -¿Por qué no compras acá? -le sugerí-. Es agosto y en todas partes hay liquidaciones de saldos. -No creo que nos alcance el efectivo que trajimos. Tanto ella como su marido son extremadamente pudorosos con el dinero. García Márquez no tenía un centavo para comer cuando vivía en París y estaba escribiendo La mala hora .
Los amigos le ofrecían préstamos que él siempre rechazaba. Ese código familiar enaltece aún más los malabarismos que hizo Mercedes para mantener la casa sin acudir a nadie durante los dieciocho meses que duró la escritura de Cien años . Pero aquella tarde del día lunes 20 la situación era distinta. -La novela lleva vendidos ya once mil ejemplares -dije-. Al autor le corresponden unos setenta mil pesos. Podemos pedirle a la editorial que adelante parte de esa suma. Era una cifra enorme, más de veinticinco mil dólares. Desde el vestíbulo del hotel hablé por teléfono con el presidente de Sudamericana, Antonio López Llausás, y le expliqué lo que pasaba. -La novela sigue vendiéndose sin parar -me dijo-. Nunca hemos hecho antes un pago anticipado como éste. Dígale a García Márquez que mañana, apenas abran los bancos, le llevaré personalmente treinta mil pesos y dos o tres mil dólares. Subí a contárselo a Gabriel. Lo hice con discreción, para no afrontar el enojo de Mercedes. -Dile que me lo traiga en billetes pequeños -se obstinó el autor. -¿Para qué pequeños? -Nomás eso dile. Billetes de cien y de cincuenta pesos, dólares de veinte y de diez. -Es un bulto enorme -observé-. López Llausás tendrá que pedir ayuda. A la mañana siguiente, el presidente de Sudamericana y un asistente llegaron al hotel con dos maletines repletos. -Hágame el favor, don Antonio -dijo García Márquez-. ¿Puede arrojar todos los billetes sobre la cama? Se formó una parva alta de varios colores. Si alguien abría las ventanas, los papeles podían salir volando. El escritor tomó un puñado, seis a ocho mil pesos, lo puso sobre la bandeja del desayuno, retiró una rosa del florero y, con una reverencia, se lo ofreció a Mercedes. -Para que te compres toda la ropa que quieras - dijo-. Si ves algo que te gusta y no puedes pagarlo, vuelve para decírmelo. Puedo escribir otra novela, y ésa va a ser mejor que Cien años de soledad .
El peso del mundo Desde aquella fiesta de Acassuso, García Márquez y Mercedes se me perdieron de vista. Nos hablábamos todos los días por teléfono, nos encontrábamos fugazmente en el último piso del edificio del semanario mientras él discutía con Marechal y Roa Bastos sus lecturas de los manuscritos para el premio de novela, y a veces tomábamos un café de pie cerca de su hotel. Fundamos entonces una amistad honda que los años no han quebrado ni atenuado. En Barcelona, en México, en Nueva York, en Bogotá y en Cartagena emprendimos proyectos ambiciosos -algunos de los cuales siguen en pie, como la Fundación para un Nuevo Periodismo- y hasta le pedí consejo para algunas penas de amor. El ha respetado mis serios reparos al régimen de Castro; yo he respetado su amistad sincera con Fidel. Cuando brindamos en Cartagena por sus 80 años, le dije: -Brindemos por tus cien, pero en Buenos Aires. -¿Por qué esperar hasta entonces? -me contestó-. ¿Por qué no vuelves a invitarme ahora, como en 1967? -Te espero. Ya no necesitas que nadie te invite.
Me disculpé entonces, con cuarenta años de tardanza, por no haber ido al aeropuerto a despedirlo cuando se marchó de Buenos Aires. Porrúa y yo habíamos estado solos con nuestras almas en Ezeiza aquella madrugada gélida del 16 de agosto. La mañana en que se fue, había, sin embargo, una multitud de amigos nuevos. Me había llamado por teléfono ese día temprano, el sábado 26. Le pregunté si el viaje lo había hecho feliz. -Me voy lleno de besos y abrazos -dijo-. Tu ciudad es maravillosa, pero no le descubro las mañas. -¿Qué harás ahora, a la vuelta de tanta gloria? -Desaparecer. Mercedes y yo vamos a buscar a los niños en Bogotá, y luego iremos a pasear por Asunción, Lima, Montevideo, no lo sé. Dentro de un mes nos instalaremos en Barcelona. Está a orillas del mar, es barata, y porque mientras no me llene de amigos tendré la paz debida para escribir otra novela. ¿Por qué no vienes con nosotros? -Ahora no. Iré a visitarte cuando menos lo esperes. Ve a buscar a los niños y quédate en Buenos Aires. Cuando se acostumbren a verte por la calle dejarán de abrazarte. ¿No viste lo que le pasa a Borges? Camina por todas partes inadvertido. -Ustedes son los que no saben dónde están. Buenos Aires queda en el confín del mundo. Cuando llegas a esta ciudad, ya no puedes ir a ninguna parte. Aquí se acaban todos los caminos. Si te pones a mirar los mapas, te asfixias. Sientes que el planeta te pesa en las espaldas y que te puede caer encima en cualquier momento.
-¿A qué horas es tu vuelo a Bogotá? -le pregunté. -A la una, creo. Salí de mi casa a las 12.30. Había un accidente en la Avenida del Trabajo, que entonces era el camino obligado al aeropuerto, y eso me dio el pretexto perfecto para llegar tarde. El día estaba encendido por una luz cegadora y en el cielo no había una sola nube. Desde el acceso al aeropuerto vi la silueta del avión colombiano que se elevaba con una osadía vertical y me quedé un rato allí, alzando tontamente una mano en señal de adiós. El avión entró en el círculo del sol, se convirtió en un punto diminuto, y al cabo de un rato se perdió en su luz de gloria.
Por Tomás Eloy Martínez Para LA NACION Link permanente:

UNA MIRADA A MIRCEA ELIADE

Tomado del Diario Catalán LA VANGUARDIA. 30.05.2007.

Por Sergio Vila-Sanjuán.

Mircea Eliade es una de las grandes figuras de la cultura del siglo XX, cuyo centenario se está celebrando este año. Historiador de las religiones, memorialista, novelista, una de sus narraciones acaba de inspirar la última película de Francis Ford Coppola, que la estrenará en otoño bajo el título de "Youth without youth". Recorremos los paisajes del escritor en la capital rumana y analizamos su lado oscuro en la política y la amistad, que ha salido a la luz en los últimos años.


Voy a Bucarest a participar en una mesa redonda sobre Mircea Eliade, cuyo centenario se celebra. Eliade (1907-1986) es una de las personalidades más interesantes de la cultura del siglo XX, y la más universal de la cultura rumana, con perdón de Ionesco, Cioran y Brancusi, todos ellos amigos suyos. Conocido sobre todo como historiador de las religiones, fue también novelista y autor de unas Memorias que se cuentan entre lo mejor del género.

Eliade vivió en Bucarest intermitentemente hasta 1940, año en que dejó el país para no regresar más que en breves visitas, la última en 1942 (moriría en Chicago como respetadísimo catedrático de su universidad).Yo leí por primera vez sus ensayos (El mito del eterno retorno, Lo sagrado y lo profano o Imágenes y símbolos) en los años 70, por indicación de José Enrique Ruiz Domènec, que nos los recomendaba a sus alumnos de medieval para familiarizarnos con los trazos de las sociedades arcaicas. Entre 1965 y 1975 el Eliade historiador gozaba de su primera fase de auge en España, de la mano de editoriales como Guadarrama, Taurus y Alianza. Como narrador ha tenido una acogida mucho más dispersa. Y su segunda fase de esplendor español está muy ligada a la tarea del traductor Joaquín Garrigós, quien desde principios de los 90 ha vertido del rumano sus principales novelas (La noche de San Juan, Maitreyi, Boda en el cielo), la mayoría inéditas aquí. Hasta ese momento su narrativa se había traducido por lo general de versiones francesas, pese a que Eliade escribió toda su obra novelística en su idioma natal, mientras su producción académica y ensayística la hizo, a partir de 1940, sobre todo en inglés y en la lengua de Balzac.

El Bucarest actual es una ciudad en pleno proceso de acelerada transformación postcomunista. Pero una parte de la ciudad que contemplaba Eliade sigue casi intacta. La tarde de mi llegada vamos a ver sus domicilios. Eliade hizo un mito de la casa de la calle Melodiei donde se instaló con sus padres y hermanos en otoño de 1914 y vivió su adolescencia y primera juventud. Allí disfrutó de una célebre buhardilla que le permitía consagrarse en soledad a su trabajo literario y es el principal escenario de su autobiográfica La novela de un adolescente miope ("cuando el otoño es húmedo y frío, qué feliz soy en la soledad de mi buhardilla").

Por ella desfiló toda la juventud culta de la Rumanía de su tiempo. Pero esa casa con jardín fue derruida a mediados de los años 30. En su lugar se alzó un bloque de apartamentos de una tristona estética racionalista que, visiblemente deteriorado, subsiste, y donde hay una placa consagrada a su memoria. La antigua calle Melodiei ahora se llama Cristian Radu; desemboca en la plaza Rosetti, "axis mundi" del joven Eliade, que la cruzaba para ir a clase; de allí salían los tranvías de caballos a los que subía en marcha tras perseguirlos corriendo junto con su hermano Nicolás. Hoy es un ruidoso punto de cruce de los omnipresentes trolleys.Personaje dostoyevskianoHijo, como Vargas Llosa, de un militar que le enseñó el sentido de la disciplina, y como Borges de una madre algo amargada y con fe ciega en su talento, el joven Eliade, según se refleja en sus Memorias, es un personaje dostoyevskiano, que se debate entre diferentes mujeres, y también entre la creación literaria, el periodismo y el mundo erudito y académico; un hombre definitivamente entre encrucijadas que tiene la ambición de ser la gran figura de la cultura que llegará a ser.

Atraído desde niño por el folklore rumano, la religiosidad del mundo campesino le lleva a interrogarse sobre su estructura y puntos en común con otras creencias; muy pronto abriga "la esperanza insensata de llegar un día a la fuentes secreta de todas las tradiciones". Ya que se ha dado cuenta de que "ciertos espíritus son capaces de separar los factores de unidad en el seno de la naturaleza o de una cultura, lo que les permite descubrir ciertas estructuras". Y él, claro, forma parte de ellos. Pero Eliade también es viajero, recorre Rumanía, se va, muy joven, a la India, de donde extrae el material de su primer gran éxito como novelista, la también autobiográfica Maitreyi. Y es deportista, sube montañas, navega, está vinculado al mundo físico. Y a las redacciones de la capital, y a la política, participa en la creacion del grupo cultural Criterion. Publica valorados trabajos académicos, un libro sobre el Yoga con repercusión internacional… Y mantiene una relacion compleja con el mefistofélico Nae Ionescu, su maestro, filósofo brillante y atraído por el lado oscuro de la vida política de su época.

Eliade se presenta, en suma, como el modelo de persona completa, una figura goethiana, hombre de pensamiento que es a la vez hombre de acción, seductor y socialmente exitoso, pero que se autorecrimina constantemente sus deslices y errores, en el periodo (1907-1037) que cubre el primer y mejor volumen de sus Memorias: Las promesas del equinoccio. Un gran libro (aunque, como veremos, incompleto), cuya segunda parte, Las cosechas del solsticio, resulta mucho más convencional e insincero.En invierno de 1933, Eliade se veía de nuevo atrapado entre dos amores.

Por un lado el que le ligaba a la voluptuosa y temperamental Sorana, una actriz de teatro con la que mantenía encuentros sexuales de ¡una decena de performances! ("no me parecía extraño entonces", afirma Eliade con sorprendente candor, si es que es sincero). La otra relación la mantenía con Nina Mares, a la que había conocido a través de su amigo el escritor judío Mihail Sebastian. Nina, divorciada y con una hija, espíritu equilibrado y doméstico que le pasaba a maquina sus manuscritos, fue la elegida, y con ella finalmente marchó a vivir a un apartamento en el que hoy es boulevard Dacia, 141. Este edificio sí se conserva, y en la casa hay otra placa evocativa.

La ciudad mágica

Tal vez el paisaje más significativamente eliadeano que conserva Bucarest lo brinda un área triangular que se extiende entre estas dos casas y las avenidas a las que abocan (la plaza Rosetti está cortada por la de Carol I), y que tiene como tercer lado el bulevar N. Balcescu. Por aquí debió de caminar a menudo el escritor para dirigirse al centro de la ciudad. Esta zona es una maravilla, una amplísima área residencial poblada de las construcciones que en Cataluña llamamos torres, en Madrid llaman chalés y en Bucarest conocen como villas. Pequeñas construcciones de una o dos plantas generalmente con jardín, como la desaparecida de la calle Melodiei, levantadas entre fines del siglo pasado y los años 40 por una burguesía que fue próspera, en una variedad de estilos que van del neoclásico doméstico al modernista pasando por el denominado estilo neorumano, que integra formas orientalizantes, bizantinas y venecianas.

Una a una estas villas pueden no llamar excesivamente la atención, pero en su conjunto dan una estampa inolvidable de tiempo antiguo y elegancia tronada. Colectivizadas tras la toma de poder comunista de 1948, buena parte de ellas fueron reasignadas a nuevos propietarios en la década de los 70. Tras la caída del régimen de Ceausescu, se dio opción a los viejos propietarios a reclamarlas. En muchos casos hay un litigio abierto todavía.El visitante pasa, por las calles empedradas, frente a decenas y decenas de estas casas: algunas se han restaurado como sedes de embajadas, de instituciones rumanas o de negocios varios, pero la mayoría se conservan entre la dejadez y el total abandono. Si entrarámos en alguna tal vez respiraríamos, como le ocurre al Petru Anicet de Los jovenes bárbaros al introducirse en la Villa Tycho Brahé, "un olor mohoso a habitación cerrada, olor a aceite rancio".

Con sus fachadas de tonos terrosos y la vegetación creciendo alrededor, estas casas componen un decorado inusitadamente romántico. Cualquiera podría ser la que acogía a las tres jóvenes que jugueteaban con el músico Gavrilescu en El burdel de las gitanas, sin que él entendiera que le estaban empujando hacia otra, y para él inquietante, dimensión temporal. Un escenario que Eliade arropa en su nouvelle con "arboles viejos, nogales… por eso hay tanta sombra y tanto fresco". Y es que efectivamente hay verde por todos lados: en una calle vi como la hiedra de un edificio había invadido los cables electricos y colgaba sobre la calzada, haciendo un puente. La caminata se complica por la profusión de coches subidos a la acera (en Bucarest prácticamente no existen los parkings): abundan los Dacia 1310, versión autóctona del entrañable y olvidado Renault 12.

Mientras en la Barcelona actual han desaparecido los lugares con misterio, porque todo es nuevo o renovado, en Bucarest la magia viene de la acumulación de tiempos diferentes en espacios contiguos. Pero en una ciudad que está experimentado una fuerte especulación, no cabe demasiada duda de que en pocos años muchas de estas villas habrán sido derruídas para construir apartamentos. Y las que no sean derruidas, de no tomarse medidas, caerán por sí solas. Actualmente pasear por esta zona es como entrar en el túnel del tiempo, del que se sale al topar con los edificios de acero y cristal y los anuncios de Real Estate del nuevo Bucarest postcomunista.En esta zona se encuentra el Instituto Cervantes, cuyo director actual, Joaquín Garrigós, es en sí mismo parada recomendable en el itinerario eliadeano por la ciudad. Garrigós (Orihuela, 1942) estudió filología, aunque durante mucho tiempo ha vivido del derecho. En un momento en que la Universidad de Valencia albergaba el proyecto de crear un departamento de lingüística románica, se compró una gramática del rumano, estudió en solitario y empezó a acudir a cursos de verano para extranjeros en el país.

"Transcurría la era Ceausescu, resultaba barato, me lo pasaba bien e hice amistades", comenta, aunque el clima totalitario imperante le llevó a cambiar radicalmente de las simpatías que sentía por el comunismo a una actitud crítica. Mientras proseguía una carrera en la administración se fascinó con la obra de Eliade y con la rica literatura rumana de los años 30, y empezó a proponer traducciones a diversas editoriales españolas, "al principio con muy poco éxito". Pero sus propuestas han ido calando y ha traducido, entre otros, al Cioran que escribía en rumano, a Blecher y al que considera autor de la mejor novela de entreguerras, Camil Petrescu (su versión de El lecho de Procusto está a punto de ser recuperada por editorial Gadir). A principios del 2006 se incorporó como director al Cervantes de Bucarest.Garrigós me lleva a la Strada Mantuleasa, donde estaba la escuela a la que asistía Eliade ("un edificio grande y robusto rodeado de castaños") y que da nombre a otro de sus relatos, traducido en España como El viejo y el funcionario.

En un restaurante de esta calle cenamos con otros participantes de la mesa redonda que se celebrará al día siguiente en el Cervantes: la orientalista mexicana Graciela de la Lama, que le invitó a su país en los años 60 con la esperanza de que incorporara a sus estudios la mitología mexicana, cosa que no hizo. El historiador de las religiones barcelonés Amador Vega, que estudia los escritos de Eliade sobre el arte contemporáneo, y el rumano Sorin Alexandrescu.La versión de Ford CoppolaAlexandrescu es sobrino de Eliade, hijo de su hermana Corina. También es semiólogo y vive a caballo entre Holanda, en una de cuyas universidades enseña, y Bucarest, donde escribe en distintos diarios artículos políticos.

Es autor de un ensayo sobre el Diario portugués de Eliade y también coalbacea de los derechos de su obra junto con el americano David Brendt, director de la Chicago University Press. Alexandrescu mantiene una relación de cariñosa distancia con la obra de su célebre tío. Le cuesta entender, por ejemplo, cómo Eliade y el politólogo alemán Carl Schmidt podían discutir tan tranquilos sobre "el simbolismo acuático" en Berlín mientras la aviación aliada bombardeaba la ciudad, según se recoge en el Diario portugués. Y no comparte, por ejemplo, la imagen "olímpica" que a veces Eliade proyecta. "En realidad su vida fue una sucesión de catástrofes, destrucciones y creaciones.

En su trayectoria hay numerosas rupturas: la India o Portugal fueron países determinantes para él, pero tras su estancia principal no regresó nunca, son como sufrimientos de los que no pudo recuperarse"."Tenemos la tentación de verle como el último gran sabio, la personalidad internacional. Pero en Chicago, cuando yo le visité, casi no tenía libros, me enseñó un armario con las traducciones de sus libros y su Obra Completa encuadernada", añade Alexandrescu.Bucarest es una ciudad construída a grandes impulsos. Durante el reinado de Carol I Hohenzollern, que accedió al trono en 1866 y se mantuvo en él hasta 1914, se inicia la monumentalización del centro de la villa a imagen de la capital francesa, lo que haría que fuera conocida como "la pequeña París".

Un empeño modernizador que continuarían sus sucesores Fernando I y Carol II. En el centro de la ciudad se alzan los palacios y los grandes edificios de carácter neoclásico, como el Ateneo Rumano de 1886-1888, o el Círculo Militar edificado en los años 20, al que posiblemente acudiría el padre de Eliade. La arteria principal es la Avenida de la Victoria, Calea Victorei, que marcaba la vida ciudadana en los años de juventud de Eliade y sigue haciéndolo hoy. En la novela más ambiciosa del escritor, La noche de San Juan, los protagonistas se pasean a menudo por ella, y durante los bombardeos americanos sobre la ciudad en la Segunda Guerra Mundial la ven trágicamente "envuelta en llamas". Las fotos de esta zona realizadas en los años 20 y 30 por Nicolae Ionescu, el Català-Roca rumano, nos muestran una ciudad moderna y dinámica, llena de coches y anuncios, con intensa vida nocturna.Abocando a Calea Victorei se encuentra el Pasaje Macca, un callejón cubierto acristalado de 1891 siguiendo el modelo francés en el que estaban ubicadas algunas redacciones periodísticas del Bucarest del grupo Criterion. En un pasaje similar y próximo vivía Nina Mares antes de emparejarse con Eliade.

Y no muy lejos se puede comer o cenar en el hotel restaurante Capsa, abierto en 1881, donde solía instalarse Paul Morand, quien fue embajador francés en Bucarest entre 1943 y 1944, y que convenientemente restaurado y lustrado conserva un notable esplendor demodé al estilo 1900. Siguiendo hacia abajo por Calea Victorei y tomando un desvío a la derecha se extiende el parque Cismigiu, donde transcurren algunas escenas de Tiempo de un centenario, la historia que ha animado a Francis Ford Coppola a volver al cine nueve años después de dirigir Legitima defensa. Bajo el título de Youth without youth, Tim Roth y Bruno Ganz protagonizan la adaptación de esta narración fantástica en el que un rayo devuelve la juventud y la vitalidad a un anciano sabio. Se estrenará este otoño en el festival de Roma, y aunque ha sido rodada parcialmente en Bucarest, no hay información ni imágenes disponibles.

Ford Coppola ha escrito en un diario de rodaje consultable en la red (www.ywyfilm.com) que lo que le hizo interesarse por esta obra de Eliade es la idea del artista que se distingue de joven y luego nunca vuelve a conseguir el nivel de la obra que le hizo célebre."Felix culpa"Junto al parque Cismigiu empiezan los grandes bloques de apartamentos construídos en época comunista, que viven irremisiblemente su decadencia. Estas construcciones Eliade ya no las vio, porque dejó el país antes de la toma de poder de los prosoviéticos, aunque no dudó de ambientar algunos de sus relatos en la Rumanía del totalitarismo, como ocurre en Dayan, donde la propia Securitate juega un papel relevante.Mircea Eliade pasó, gracias a sus buenos contactos en el Ministerio de Asuntos Exteriores. la Segunda Guerra Mundial como agregado cultural rumano en Londres y Lisboa, ciudad en la que murió su esposa, víctima de un cáncer. Después vivió un tiempo en París, donde le ayudaron amigos influyentes del mundo académico francés como Georges Dumezil, y donde contrajo matrimonio con su segunda mujer, Christinel. En 1956 se instaló en EE.UU.

Al igual que Nabokov, se convertiría en una respetada figura del viejo mundo que daba charme a las aulas de la potente universidad norteamericana de los años 50 y 60. En América realizó la obra que le consagró definitivamente, su monumental Historia de las creencias y de las ideas religiosas, del que realizaría distintas adaptaciones y versiones breves, y donde retomaba y ampliaba sus conceptos más queridos: el tiempo mítico del eterno retorno como contrapuesto al tiempo linear de la historia, a menudo vivida como una pesadilla; la hierofanía, momento en que lo sagrado se revela en el ámbito de lo profano; la prueba del laberinto en el que un hombre debe encontrar su propia identidad y destino; el "centro del mundo"… Conceptos que también aplicaba a la existencia cotidiana, y que ha ilustrado en sus narraciones, sobre todo las fantásticas.

A Eliade le obsesionaba ofrecer una escritura "densa y precisa", y casi siempre la consiguió. En 1980 se publica en Francia el primer volumen de sus Memorias, al que en 1988, ya póstumamente, seguiría el segundo, Las cosechas del solsticio. Sin embargo hoy esas Memorias ya no pueden leerse como yo las leí en 1982, hay que contrastarlas. Ya que en 1991 el escritor rumano residente en EE.UU. Norman Manea publicó un ensayo, Felix culpa, en el que acusaba a Eliade de haber maquillado su pasado y esconder su pertenencia a la Guardia de Hierro, el movimiento fascista rumano que, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, demostraría un feroz antisemitismo.

Aunque en la Rumanía comunista se había atacado a Eliade por este episodio, a finales de los años 60 el régimen de Ceausescu optó por pasar página y puso en marcha diversos intentos para tender puentes al personaje. El texto de Manea, sin embargo, fue el primero de una serie de ataques contra Eliade en el ámbito internacional. Pocos años más tarde, en 1996, apareció póstumamente en Rumanía el Diario 1935-1944 de Mihail Sebastian (1907-1945), el amigo judío que sufrió todas las consecuencias de la práctica antisemita del gobierno rumano mientras Eliade vivía en el extranjero como representante diplomático.

Cuando Eliade viaja en 1942 a Bucarest desde Lisboa para llevar un mensaje del dictador portugués Salazar al general Antonescu, Sebastian espera su visita, pero Eliade no contacta con el amigo que sufre un clima de persecución. Para algunos estudiosos, Eliade fue doblemente traidor con Sebastian; primero le quitó la novia y luego le dejó abandonado a su suerte en sus años difíciles pese a que, por sus buenos contactos, tenía en las manos la posibilidad de ayudarle. Hoy está ampliamente documentado que Eliade se aproximó de forma clara a la Legión rumana a través de su maestro Nae Ionescu, uno de los ideólogos del movimiento, y que en los años 1936-1937 colaboró en la prensa afín.

En su Diario portugués el propio escritor se define a sí mismo como "Legionario". Pero los defensores de Eliade quitan peso a esta adscripción y la colocan en un plano de cierta inocencia política, que requiere sin duda magnanimidad con el personaje, ya que la Guardia de Hierro se caracterizó desde sus inicios por la afición a la violencia y el asesinato político.En esta materia Joaquín Garrigós ocupa una posición de centro por excelencia, ya que es a la vez traductor de Eliade, de Manea y de Sebastian, e introductor en España de los dos últimos. Asegura que "a todos los ataques que se han hecho contra Eliade por antisemitismo les falta documentación, yo no he encontrado ni un solo texto de Eliade que pueda considerarse antisemita".Vamos a ver a Mircea Handoca a su domicilio de la calle Latina. Una oxidada puerta de hierro y un jardín hasta llegar a la entrada.

Se trata de una planta baja de techos altos con molduras y suelo de madera, que ahora comparte con dos hijos pero tiempo atrás se repartía también con otras familias. Este hombre alto de pelo blanco y aspecto noble era profesor de Instituto cuando, mediados los años 60, se enamoró de la obra de Eliade y empezó a salvar cuanto material documental encontró sobre el personaje: es autor de una biografía ilustrada y ha editado varios volúmenes de su correspondencia con figuras como Jung, Scholem, Vintila Horia y la plana mayor de la letras rumanas. También ha rescatado y editado los relatos de juventud, que permanecían olvidados en viejas revistas. Y ha establecido la fecha de nacimiento de Eliade, sobre la que había ciertas dudas, en el día 13 de marzo.Handoca da facilidades a todos los eliadistas que le visitan y atendió regularmente en su día al biógrafo americano de Eliade, Mac Linscott Ricketts, quien mientras documentaba en los años 80 su libro iba a comer cada domingo a su casa, seguido por agentes de la Securitate, que luego interrogaban al investigador rumano sobre sus conversaciones.

Handoca cree que las acusaciones contra Eliade por su pasado legionario han sido manipuladas por un grupo de enemigos del escritor, a quienes Manea accedió a dar voz. ¿El por qué de esta supuesta conspiración? Se encoge de hombros. Su opinión es que Eliade apoyó a la Legión en sus inicios porque presentaba una filosofía cristiana con la que se identificaba y un proyecto político al estilo de lo que representaría luego la dictadura salazarista, que Eliade admiraba. Sin embargo pondría distancia con el movimiento cuando las cosas empezaron a cobrar verdadera virulencia.En una línea parecida, Sorin Alexandrescu opina que en las posiciones políticas del Eliade de los años 30 jugó con mucha fuerza el conservadurismo y un patriotismo rumano impregnado de miedo a Rusia (miedo, como iba a verse, plenamente justificado).

Según Garrigós "Eliade creyó de manera ingenua que la Legión iba a traer el hombre nuevo, su interés no era político, sino místico". ¿Llegó Eliade a afiliarse? Handoca dice que no se ha encontrado ningún documento que lo pruebe y que pondría la mano en el fuego para garantizar que nunca ocurrió. "En realidad, dice Garrigós, lo que Manea reprocha a Eliade es que cuando escribe sus Memorias no se dé un golpe de pecho".Leyes antisemitasHandoca señala que Eliade siempre tuvo amigos judíos (y es un hecho que dedicó abundantes páginas de estudio a esta religión), mientras Garrigós remite a un artículo que el escritor publicó en 1939 deplorando que las leyes antisemitas rumanas hubieran hecho refugiarse en Londres al gran folklorista Samuel Gaster. Otro eliadista, Francis I. Dworschak, ha escrito que el historiador nunca aprobó la violencia política (como la que la Legión practicaba) y en cambio era un firme admirador de Gandhi. Sin embargo, las columnas prolegionarias de Eliade quedan en las hemerotecas, nunca manifestó su arrepentimiento por esta conexión y siempre, hasta en sus últimos escritos, reivindicó la figura de su maestro Nae Ionescu.

Mihail Sebastian vivió un destino desgraciado. Entre otras cosas cometió el error de pedir un prólogo a su ensayo Desde hace dos mil años a Ionescu. Este lo aprovechó para formular un alegato antijudío. Sebastian lo mantuvo, lo que le acarreó las iras de los suyos, que le reprochaban diera voz al enemigo.¿Le quitó Eliade la novia a Mihail Sebastian? Está claro que los tres salían juntos a menudo hasta que la pareja Nina-Mircea voló por su cuenta. Alexandrescu afirma que no hay pruebas de que ella y Sebastian mantuvieran una relación que fuera más alla de la amistad. El 13 de diciembre de 1944 Sebastian hizo en su Diario un dramático balance final de su historia : "Me entero por Marietta Rares de que ha muerto Nina Eliade. Una ola de recuerdos se levanta desde el pasado.

Su cuartito arriba de todo en el Pasaje Imobiliara: la máquina de escribir en la que copió casi al mismo tiempo Maitreyi y Mujeres; las visitas vespertinas a la buhardilla de Mircea en la calle Melodiei; su inesperado amor; la fuga de Mircea a Poiana; la desesperación de Nina que yo, indefenso, intentaba aliviar; el regreso de Mircea; el noviazgo y, dos años después, su boda civil en secreto, en las dependencias municipales de Calea Rahovei (…) Nuestros años de amistad fraternal y después los años de confusión y desintegración hasta la ruptura, la enemistad y el olvido. Todo está muerto, desaparecido, perdido para siempre".

Pero parte del Bucarest que acogió las vivencias de este terceto sigue en pie, y puede pasearse, al menos hasta que la enseñoreen las grúas de las grandes constructoras de la Unión Europea.


miércoles, 23 de mayo de 2007

CESARE PAVESE / VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS





Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche,
insomne,sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-.

Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo.
Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos,
descenderemos en el remolino.

viernes, 18 de mayo de 2007

ELISABETH SCHÖN / LA POESÍA HA VOLADO




Este 17 de mayo ha muerto nuestra querida poeta y amiga.

Con ella se va una Caracas que también está muriendo. Testigo de más de 70 años de cambios y aconteceres literarios, se fue clara de mente y de espíritu. Preferimos decir que ha volado, ligera como los colibries que se acercaban a su mágico jardín, dejándonos una poesía esplendorosa y plena. Para recordarle y rendirle homenaje, copiamos aquí la última entrevista en prensa que se le hizo en vida.



ELIZABETH SCHÖN

Refugiada en la memoria

“El poeta tiene que salir a buscar la palabra amorosa”



La poeta Elizabeth Schön tiene toda la autoridad para hablar de Caracas, sus autores y sus cambios. También para señalar que la poesía más reciente está llena de desarraigo y soledad, incluso para alojar la tristeza en sus ojos de eterno azul. Sin embargo, sus palabras no dejan de repartir esperanza para el planeta y su mirada sigue celebrando la poesía y la vida.


ERNESTO CAMPO. Diario El Nacional. Caracas.



A Elizabeth Schön le duele la falta de amor por la ciudad. Se resiste a aprobar que El Calvario esté lleno de talleres mecánicos y que la ciudadanía en vez de hablar en tono candoroso profiera insultos. Sin embargo, pronostica para Caracas, que no ha dejado de ser suya por diferente, y para el mundo una mejoría, un progreso que tenga acento social y que llegue al corazón del hombre.


Lo que impide que entre la tristeza a sus ojos azules, sin que se haga inmune a una realidad avasallante, es su capacidad intacta de asombro, esa ingenuidad que definitivamente es un don. Esa cualidad de celebrar aun desde el arraigo a una ciudad que tiene otra faz, otro olor y que se vive con acento distinto a la Caracas de su infancia y juventud. Y sobre todo está la memoria.


Esa que permite a las calles y los momentos seguir en su sitio sin que le haga falta escribir como su esposo Alfredo Cortina un volumen de una ciudad que se nos fue. Todo porque Caracas no se le ha ido ni se le irá.


LA CASA VERDE.

Como salido de una fábula el regufio de Schön no escatima en colores . Orquídeas, helechos , nísperos, guayabas, hablan del arraigo de Elizabeth a la naturaleza.


No está de acuerdo con las clasificaciones. Sea un relator de realidades de concreto o de mundos rurales el poeta merece consideración y oportunidades. Entiende que no se puede pedir que otro Whitman o Gerbasi salga como producto de un mundo urbano.


Sabe que no es posible y quizá tampoco sea deseable. Lo que sí es lícito es echar en falta una poesía que se aferre a alguna cosa, reclamar una poesía con un mínimo de amor a Caracas.“Después que el hombre se ha ido a la ciudad ha olvidado un poco a la naturaleza. Eso no es malo, es una transformación de la tierra que ha hecho el hombre en su entorno. Eso hace que no haya ningún poeta estadounidense que escriba hoy como Walt Whitman. Pero esas diferencias no pueden servir como un eje para calificar a una poesía mejor o peor que otra. Cada poesía tiene su territorio. Lo importante es que se establezca una voz singular.”


¿Entonces no se puede hablar de buenos y malos poetas?

-Siempre se le debe dar un chance al poeta. Al poeta no hay que tapiarlo. No estoy de acuerdo con esas clasificaciones. Por ejemplo, no puedes comparar a José Antonio Ramos Sucre con César Vallejo..."Cuando la poesía tiene como soporte nada más que el yo es porque ese yo refleja soledad y desarraigo. El amor es necesario para todo. Es la única virtud que queda libre"


¿Cómo es la relación de los poetas con la ciudad?

-En los poetas hay un amor oculto que los hace andar e investigar. Tienen que en el fondo amarla. Porque quien no ama destruye.


¿Consigue ese amor en las nuevas generaciones de poetas?

-Sí, pero también se evidencia una gran soledad. Cuando tu poesía tiene como soporte nada más que el yo es porque ese yo refleja soledad y desarraigo. El amor es necesario para todo. Es la única virtud que queda libre. Todos tenemos que amar. Si tú no amas ¿qué haces? Ni siquiera una preocupación tienes. Tú te preocupas por el ser humano, ¿por qué? Porque en el fondo quieres un bienestar para el otro. El amor no es nada más un beso, es algo mucho más amplio y profundo. Es desear que el otro esté igual, que esté amando también.


Tras la palabra amorosa
Como ama a la ciudad y a su gente, su voz es un llamado al contagio. Por eso señala la inexistencia de un verdadero amor por la ciudad y apunta a los poetas para que contribuyan a atajar este sentimiento. “Una de las funciones del poeta es buscar (entre el verbo rudo de las calles) la palabra amorosa. Aquí lo que se oye son insultos, que no es más que un desahogo de la soledad y la desesperación.”


“La Caracas en la que yo viví, en la que nací, es totalmente distinta a la de hoy. Salgo fuera y no la conozco. No ha sido respetada. Y eso se debe al poco arraigo que tiene el ciudadano. Por ejemplo, yo siempre iba a jugar a El Calvario. Eso se ha debido conservar como una zona de parque ¿Cómo va a estar esa zona llena de talleres de carros? No puedes prescindir de lo que hicieron los libertadores, porque eso fue. Eso me parece descuido, poco amor. Creo que una de las cosas esenciales que se ha perdido es el amor y sino hay amor lo que hay es interés, ausencia de amor por lo nuestro. Lo que es verdaderamente nuestro no nos lo puede quitar nadie. Nadie te puede quitar el nombre de Antonio José de Sucre o de Luisa Cáceres de Arismendi.”


Unas palabras después la mirada se le enciende cuando menciona a Alfredo Cortina, inventor, hombre de radio y compañero de ruta, y le toca referir su relación (la de él) con Caracas. Cuenta que viajaba para extrañar a Caracas y que su única afición en los viajes era montar en trenes y autobuses para conocer las ciudades. “Decía que disfrutaba mucho los viajes porque siempre estaba pensando en Caracas”. De allí deriva que Cortina haya editado aquél libro de añoranzas que es “La Caracas que se nos fue”, por haber sido uno de los primeros en notar el cambio que estaba sufriendo la ciudad.


¿Escribiría un libro similar, definiendo un momento en el que la ciudad que vivió se le escapó de las manos?

-La ciudad no se me ha ido. Esta es mi ciudad. Que hayan cambiado ciertas cosas no implica que la haya perdido. La ciudad que yo viví la tengo aquí, en mi memoria, no se va. La ciudad es una cosa que me acompaña. La ciudad no puede aparecer y desaparecer, siempre ha estado allí. Las calles de Las Mercedes a las que yo fui, no son iguales a las que yo vi y viví pero allí están. Yo veo las calles que no son iguales y veo dobles calles. Las que fueron junto a las que son. Lo que no es agradable para ninguno es pasearse por el centro de Caracas y tener que soportar malos olores. La ciudad que yo viví era pulcra, una maravilla.


En una ciudad como ésta y ante la realidad avasallante ¿qué oportunidad tienen el asombro y la ingenuidad?

-Todas las oportunidades. El asombro existe, yo no dejo de asombrarme. Esa es una de las cosas más necesarias para un poeta. Poder abismarse ante un árbol o un río.


¿Se puede escribir desde el desarraigo y sin embargo conservar un tono de celebración?

-Cuando un poeta habla de y desde el desarraigo está exigiendo, celebrando el arraigo que no halla en la realidad, reclamando aquello que es suyo y no encuentra.


Entonces, ¿qué lugar ocupa la poesía en la realidad?

-La poesía celebra la realidad. Le permite que ella pueda expresarse, hay una comunicación directa. La realidad se hace dócil a la poesía. Es la manera de que ella pueda reintegrarla. La poesía no puede prescindir de la realidad. Por otra parte, la poesía tiene la propiedad de arraigarse en lo que sientes dentro, que puede que no tenga que ver con lo que quiso decir el autor.


Goethe redivivo


Schön estima que la humanidad atraviesa por una crisis de valores y que lo que está viviendo materialmente el hombre son las peripecias del doctor Fausto, ese filósofo racionalista y luego mago, recreado por Johann Wolfgang Goethe, que vendió su alma al diablo a cambio de sabiduría. Pese a ello confía en que llegará el momento en que cierto equilibrio global haga que el progreso sea un bien colectivo.


¿De qué ha servido el progreso?

-Hay que distinguir. La ciencia es para todos. Es tanto para el africano, el chino, el europeo. Lo que pasa es que es más fácil trabajar y estudiar la materia que arreglar el corazón del hombre, da menos que hacer. Porque la materia se deja investigar, es callada.


¿Si existe un colapso de la moral y la ética, queda algún valor universal?

-El colapso es universal. Hasta en China, en Cuba, en todas partes. El hombre cada vez se hace más solitario. Y a pesar de esa soledad en lugar de buscar otro camino que lo alumbre y lo acompañe, busca el poder, el miedo, un ropaje exterior que no lo va llenar. Puede distraer su carencia pero no la va a poder ocultar, seguirá siendo solitario. Ahí tú ves lo que está pasando con nuestra poesía. Es casi toda de un desarraigo terrible.


Sin embargo, escribir desde el arraigo de Whitman sería escribir sobre un mundo que ya no está...

-Claro, eso no puede ser. El poeta es en función de lo que tiene por delante, en función de la realidad. El desarraigo es reflejo de una gran incertidumbre, del desasosiego.
Si se está anulando la idea de colectivo, se habla de postmodernidad, presentismo, ¿se puede hablar de que la poesía está perdiendo su camino para ser un idioma universal?-Siempre hay que tener un sentido de lo colectivo, hay que sentirse parte de él, sino se pierde el sentido universal en la poesía. Lo colectivo no se puede borrar. Sin embargo, no puedes prescindir de la figura, la singularidad del artista. El pintor pinta y ese cuadro es de él. Allí está presente un hombre con su nombre.


¿En qué momento lo que el hombre puede hacer con sus manos le pasó por encima a su condición de humano?

-Yo creo que todo empezó cuando Caín mató a Abel. Fue el primero que mató y a su hermano. Ahí empieza todo. Sin embargo, pese a que el mundo parezca insostenible, la esperanza es que el hombre se sobrepone y sigue viviendo y el mundo sigue cambiando. Ese proceso no lo detiene nadie. El hombre es el que está atrasado en su función social. Pero yo creo que necesariamente se va a componer, porque el propio hombre lo está pidiendo, porque ya llegó el progreso, incluso a África donde ya hay grandes metrópolis. Lo que pasa es que el africano tiene un contacto muy duro con la naturaleza, con las fieras de verdad. Pero eso va a cambiar. No creo que nada más seamos nosotros los que vamos a ir a Marte, todos. Eso es lo que me gusta de la ciencia, que es para todos.


EL RINCÓN DE LOS INVENTOS.

En la casa de la poetisa sobran los espacios en los que el hombre de radio e inventor, Alfredo Cortina dejó constancia de lo que podía hacer con sus manos.


La infancia, las letras y el marAlrededor de los ocho años despertó en Elizabeth Schön la pasión por los árboles, por el equilibrismo y por el azul del cielo. “Yo sentía que ese azul era la falda de la virgen”, dice con la timidez propia de un niño que relata una travesura, que está cometiendo alguna infidencia. Luego, su memoria no escatima para acercarse otra vez al mar, y los ojos terminan delatándola y su mirada azul guardando el vaivén de sus tardes en Puerto Cabello.Llegó allá después de que se le murieran su mamá y su abuela. También el encuentro con Alfredo Cortina sucedió en aquel lugar de la costa de Carabobo. Porque “las Gramcko también son de Puerto Cabello”“El mar de El abuelo, la cesta y el mar es el de Playa Verde, lo que se llamaba Mare hasta hace poco y fue una playa salvaje del litoral, sin carretera. Claro que tiene algo de Puerto Cabello pero más de Playa Verde donde Alfredo construyó una casa. Porque Alfredo hacía de todo.” "El mar de El abuelo, la cesta y el mar es el de Playa Verde, lo que se llamaba Mare hasta hace poco y fue una playa salvaje del litoral, sin carretera. Claro que tiene algo de Puerto Cabello pero más de Playa Verde donde Alfredo construyó una casa. Alfredo hacía de todo"


¿Quién es El abuelo? ¿Estaría pecando de superficial si lo tomara como Dios?

-No, no es una lectura superficial. Cuando ella se va del lado de El abuelo él queda como una cruz. Mucha gente le ha visto cosas religiosas al libro. Nunca lo hice con esa intención. Yo lo creé porque no tuve abuelo y siempre quise tenerlo. Yo inventé la figura del abuelo y el acercamiento total entre él y la niña, inconscientemente ¿Sabes cómo comienza el abuelo? A mí me gustaba mucho “Alicia en el país de las maravillas” Yo quería hacer un libro sobre las cosas que me pasaban, basándome en ese libro. Escribí el primer capítulo, pero no me gustó. Entonces empecé a escribir el último poema de El abuelo y no sé por qué dije: ‘éste es el último poema que va en este libro que estoy haciendo’. Así, cuando salió El abuelo se me iluminó lo que iba a escribir.


Eso demuestra la capacidad de la poesía para llenar un espacio...

-La poesía trata un espacio que no es el espacio exterior. El espacio exterior es medible. El espacio de la poesía no puede ser calculado ni de largo ni de ancho. En la poesía no hay espacio, es completamente distinto. Por ejemplo, ¿dónde está el espacio cuando creas una metáfora?
Mutar con la palabraHanni Ossott no se equivocaba al señalar la capacidad que tiene la poesía de instaurar realidades. Lo decía en un ensayo, a partir de un recorrido por la obra de Elizabeth Schön. Con esa premisa como marco en la conversación surgió el nombre de uno de sus escritores dilectos, el chileno Vicente Huidobro.


La pista la da una línea del Canto II de Altazor: Y ese beso que hincha la proa de tus labios.
“Ahí está la transformación, convertir el labio en proa. La proa es la que va adelante, la que guía. El labio se transforma en una guía. La poesía hace una realidad. Nunca has visto un labio que se convierta en una proa. Ese es el milagro de la poesía, su propósito. Crear una realidad que no encuentras en la realidad cotidiana. Por más que quieras no la vas a encontrar nunca.”


Entonces uno se siente un poco afortunado porque se ha topado con esa realidad que ha asegurado no conseguiría en ninguna parte. Veo la casa que parece no soltar la bocanada del tiempo, esos colores intensos que si los cuento el lector pensará que los estoy fabulando y ese rincón encantado lleno de inventos de su esposo. Reparo en que si bien no terminó escribiendo como Carroll, con ese espíritu que aun se sorprende y sonroja, Elizabeth Schön vive como Alicia.

lunes, 14 de mayo de 2007

MARILYN MONROE TRIBUTE

DIAMONDS ARE A GIRL´S BEST FRIEND / Marilyn Monroe Songs

Inmortal en la belleza y en la memoria de una industria de ilusiones...

MARILYN EN ESTADO PURO




Tomado de el Diario El País. 11/05/2007

Uno de los iconos del siglo XX sigue sorprendiendo 45 años después de muerta. En su último posado muestra una cicatriz que, lejos de romper el mito, humaniza su figura.

Manuel Vicent.

Realmente nunca supo qué le pasaba a su cuerpo, por qué de repente un día se le había llenado de tantas curvas mortales. A los 12 años, cuando era sólo una adolescente de Los Ángeles y aún se llamaba Norma Jean Baker, se sorprendía de que los hombres volvieran bruscamente la cabeza a su paso con el peligro de romperse la nuca.
A una edad en que cualquier niña apenas reconoce su propia sexualidad, ya se vio cercada por miradas de deseo que trepaban por su cuerpo como babosas: ésos fueron los primeros homenajes y también las primeras heridas que recibió, un hecho misterioso que al mismo tiempo la halagaba y la llenaba de pánico. Entre estos dos embates de admiración y lascivia comenzó Marilyn Monroe a ser zarandeada por la vida hasta la madrugada del 5 de agosto de 1962, en que la criada Eunice Murray la descubrió muerta -boca abajo, con medio cuerpo fuera de la cama, el teléfono descolgado y un tubo vacío de Nembutal en la mesilla- en su casa de Brentwood.

Secretos del cuerpo roto

Mientras el alma de esta chica luchaba con mucha dificultad por abrirse paso hacia el exterior a través de un cuerpo explosivo, todos los hombres que se acercaban a ella a su vez detenían siempre en la superficie su viaje porque unas formas detonantes les impedía ir más allá. Probablemente al interior de Marilyn sólo llegó Joe Di Maggio, y esa hazaña fue debida a la sensibilidad que este campeón de béisbol escondía bajo la aparente rudeza. Por otra parte, Marilyn no guardaba dentro ningún tesoro especial, sino los traumas de una infancia muy breada, siempre de acá para allá entre padrastros y orfelinatos. Hija de un padre desconocido y de una madre esquizofrénica, que tuvo que ser recluida en un psiquiátrico, Marilyn temía que la locura la visitara también a ella un día en medio de la gloria.

En la última sesión de fotos, que en 1962 Bert Stern realizó de la estrella en una suite del hotel Bel-Air de Los Ángeles, el cuerpo más adorado de Norteamérica fue inmolado ante la cámara del fotógrafo dejando a la intemperie su alma lacerada. Atrás quedó una larga historia en que Marilyn había sido sacrificada en el circo a sucesivos leones mucho más carnívoros que los del coliseo romano en tiempos de Nerón.

Aparte de que algún pariente rompiera a la niña mediante violación y que luego ella se dejara devorar por algún tipo de su camada en la oscuridad de un callejón, el cuerpo de Marilyn comenzó a ser oficialmente majado, batido y molturado a los 16 años por un vecino, soldado de la Marina, Jim Dougherty, que sería su primer marido, del que se divorciaría en Reno al año siguiente. Después fue ofrecida al consumo de camioneros con su desnudo de calendario y declarada "conejita del mes" por la revista Playboy. Por su piel pasaron, sin dejar huella todavía, actores y directores de cine: Elia Kazan, el inevitable Sinatra, el galán Yves Montand..., hasta terminar como una muñeca rubia a punto de romperse de un Kennedy a otro.

Realmente sólo se la vio enamorada del intelectual Arthur Miller, quien la exhibió en Nueva York como un trofeo de caza mayor. Él le impartía desde las alturas de la inteligencia una sonrisa complaciente y conmiserativa. Ella le correspondía desde abajo con una mirada bizca de admiración. Cuando este dramaturgo escribió para la actriz una historia de caballos salvajes, que se llamó Vidas rebeldes, los tres protagonistas de la película ya estaban a punto de estallar.
A Clark Gable, el galán de la sonrisa de bigotillo y las orejas desabrochadas, fue el primero al que se le reventó el corazón. A continuación, el neurótico Montgomery Clift, que ya no era nadie después de haberse partido la cara en un accidente de coche, atiborrado de drogas hasta las cejas, bajó definitivamente los brazos y se fue hacia las tinieblas de la eternidad. Durante el rodaje, Marilyn aparecía muy macerada. Tenía una mirada desvalida y parecía dispuesta a entregarse también a un destino aciago. Había pasado el tiempo de esplendor en que el lunar situado en su mejilla izquierda, a una distancia perfecta de la comisura de los labios, era el punto sobre el que giraba todo el universo de la fascinación. No obstante, quebradiza dentro de aquel jersey de punto gordo, estaba más seductora que nunca.

Cuando al final del camino el cuerpo de Marilyn ya no impedía llegar a su alma, el fotógrafo Bert Stern y la revista Vogue trataron de convencer a la estrella para que se sometiera a una sesión. Su manager les llamó con la noticia de que la estrella aceptaba. Sin salir todavía de su asombro, Bert Stern apostó muy fuerte. Le propuso fotografiarla en estado puro, desnuda, sin maquillaje, sólo con un toque de rojo en los labios.

-Entiendo. Se trata de un trabajo creativo, ¿no es eso? -exclamó Marilyn con ironía.
-Eso es -contestó el fotógrafo.
-Acabo de operarme de la vesícula hace poco más de un mes. Espero que no se me verá la cicatriz.
-Descuida. La vamos a ocultar.

Fue el más humano de sus caprichos. El fotógrafo Bert Stern comenzó a sacrificar su cuerpo con 2.571 disparos de Hasselblad y a abrasarlo con fogonazos de magnesio hasta extraer todo el desamparo que llevaba dentro, con la espléndida belleza madura a punto de ajarse. En la misma sesión, Marilyn también posó vestida de negro. Fue el único trabajo que Vogue se atrevió a publicar. El número de la revista salió a los quioscos días después de la muerte de Marilyn. El auricular del teléfono descolgado se balanceaba al pie de la cama con el pitido de una llamada sin respuesta.

La cicatriz en forma de queloides que divide el vientre de Marilyn, lejos de romper el mito, es todo un homenaje a la humanidad. Entre ese costurón y el lunar por encima del labio está la historia de la mujer más deseada del mundo. Fotografiar a Marilyn era como fotografiar la luz. Joyas, champaña, soledad. En este álbum de fotos, al desnudo de Marilyn se le ha evaporado el Chanel nº 5, que era el único pijama con que dormía. Ahora aquel perfume sólo es su alma derrotada, bellísima.

El libro "Marilyn, la última sesión", del fotógrafo Bert Stern, es publicado en España por la editorial Electa.

viernes, 11 de mayo de 2007

JULIA NAVARRO / UNA NARRADORA A DOS MUNDOS




JULIA NAVARRO
Periodista.
Autora de La Hermandad de la Sábana Santa

Periodista política que ha pasado por guerras, golpes de estado, la transición y un sinfín de avatares parlamentarios, Julia Navarro reparte su vida actual entre el periodismo político y una nueva novela de ficción. Entre la realidad más rigurosa y la imaginación sin límites. Tras los 50.000 lectores que conquistó con La Hermandad de la Sábana Santa se abre un mundo literario lleno de posibilidades.

Ilusionada. Esa es la palabra que mejor define hoy a la Julia Navarro, que un día conocimos en medio de la guerra en Beiruth. Con ganas de escribir cada día un retazo más de fantasía, de compartir con sus lectores las opiniones sobre los misterios que esconde la historia. Pero también ilusionada -como gran parte de la sociedad-, con el cambio político que trae nuevos aires al ruedo parlamentario español en el que la periodista se mueve cada día.

-¿Qué le motivó a dar el paso del ensayo a la novela?-
Nunca había pensado en escribir novela, ni me sentía con una cuenta pendiente con la literatura, como le sucede a muchos periodistas. El escribir esta novela fue una casualidad. Un verano estaba en la playa con mi familia, leyendo el periódico y una noticia me encendió la chispa para escribir la novela. Hablaba del fallecimiento de un microanalista forense, Walter McCrone, que había estudiado la Sábana Santa muchos años antes de que fuera expuesta al C-14 y él ya había dicho que era falsa. De repente tuve la novela en la cabeza y me puse a escribirla, aunque tardé un tiempo porque antes tuve que buscar documentación sobre la Sábana Santa, estudiar lo que le había sucedido a lo largo de la historia, informes científicos sobre la misma...

-¿Cree que el éxito de su libro se ha visto favorecido por la estela dejada por El Código Da Vinci?-
No lo sé, la verdad. Yo creo que hay un auge de la novela histórica en general, que ya se daba antes de que apareciera el Código Da Vinci, aunque éste seguramente ha contribuido a aumentar el interés por ese tipo de libros. Pero el mío no tiene nada que ver con el Código Da Vinci, entre otras cosas porque ésta no es una novela contra nadie mientras que el Código Da Vinci ha provocado una enorme polémica en el seno de la Iglesia, del Opus Dei. Esta novela no es contra nadie, y no cuestiona la Sábana Santa.

-¿Por qué los temas ocultos de la Iglesia despiertan tanto interés actualmente entre los lectores?-
Yo no me referiría únicamente a los temas ocultos de la Iglesia. Creo que hay muchos misterios en la historia en general, que son muy atractivos para novelarlos, para dejar volar la imaginación. Misterio y aventura son dos ingredientes que pueden formar parte de un cóctel para que una novela tenga éxito.

-¿Sigue siendo Jesús un personaje desconocido?-
Creo que Jesús fue un personaje enigmático y fascinante, independientemente de las creencias de cada uno.
"Aznar ha mandado a los infiernos a todos los que no pensaban como él y desde ese punto de vista ha habido un retroceso de las libertades en nuestro país"

-¿Dónde quedó su proyecto de escribir un ensayo sobre el feminismo?-
Pues ha quedado aparcado en el baúl de las posibilidades, porque en estos momentos estoy escribiendo una segunda novela. Y es que tengo la impresión de que me va a costar volver a escribir ensayo o libros políticos. Me he divertido tanto escribiendo esta novela y me estoy divirtiendo tanto escribiendo la segunda, que me doy cuenta que la Hermandad de la Sábana Santa me ha abierto una puerta que no sé dónde me va a llevar. Sobre todo me apasiona dejar volar la fantasía, porque escribir libros de ensayo, libros políticos te exige un rigor, igual que el trabajo en un periódico o en una emisora de radio. Y cuando estás escribiendo ficción puedes escribir lo que quieras, te puedes imaginar lo que quieras, no tienes límite, todo cabe en el papel y entonces se convierte en una experiencia muy gratificante, que en mi caso además tiene buena acogida por los lectores.

-Pasando a la política, ¿cree que la paridad del nuevo Gobierno abre una puerta para la igualdad?-
Yo estoy absolutamente a favor de la paridad, y la decisión de Zapatero de haber hecho un gobierno paritario me parece un paso importantísimo para la causa de las mujeres. Sobre el papel, las mujeres tenemos igualdad de derechos, pero en la vida cotidiana hay una desigualdad manifiesta. Las mujeres seguimos cobrando menos dinero que los hombres, llevando sobre nosotras todo el peso de la casa. Aparentemente podemos llegar a los mismos puestos de responsabilidad que los hombres pero es muy casual que sean muy pocas las que llegan a presidentas o altos cargos, siempre nos quedamos en puestos intermedios. Romper con eso es lo que ha hecho Rodríguez Zapatero, colocando una Vicepresidenta de Gobierno y haciendo un Gobierno paritario. A mí me parece que es importante que para lograr una igualdad real, existan esas medidas de discriminación positivas a favor de la mujer.

-En toda su carrera periodística, ¿qué lugar ocupan los sucesos del 11-M?-
El 11-M no lo vamos a olvidar nunca. Estos sucesos me afectaron personalmente, creo que como a todo Madrid, y estuve tres días en los que no podía dejar de llorar. He cubierto conflictos bélicos, he visto de todo en mi larga vida profesional pero aquello fue absolutamente terrible. Es una inflexión en la historia de la ciudad y también en la historia de nuestro país. Yo me siento afectada y lo que sí quiero es conocer toda la verdad, creo que los ciudadanos tenemos el derecho a exigir que nos cuenten exactamente qué pasó y por qué. Hay una investigación policial, una investigación judicial y creo que también tendría que haber una investigación parlamentaria.

jueves, 10 de mayo de 2007

BLANCA VARELA / PREMIO REINA SOFÍA DE POESÍA IBEROAMERICANA



10/05/2007 Madrid. (EFE).
La poeta peruana Blanca Varela obtuvo la XVI edición el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 euros, y convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.
Este prestigioso galardón tiene como objetivo reconocer "el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común iberoamericano y de España".
La poetisa peruana está "inmensamente feliz" por el galardón, que supone "el reconocimiento definitivo de su poesía en España", según declaró su hijo, Vicente de Szyszlo, que recoge hoy en Granada el Premio Lorca de Poesía en nombre de su madre. El fallo del premio otorgado a Varela (Lima, 1926) coincide con la entrega del galardón García Lorca, que la autora peruana logró el pasado mes de octubre, y que será recogido esta tarde en Granada por su hijo, Vicente de Szyszlo Varela, ya que la poeta no ha podido viajar a España por problemas de salud.
De Szyszlo, que comunicó la feliz noticia a su madre poco después de conocerse el fallo, dijo que Blanca Varela se siente "inmensamente feliz" con el premio, que "no se esperaba, ni siquiera sabía que estaba en las quinielas; ha sido una completa sorpresa para todos". "Aunque desgraciadamente no puede expresarse (la poeta peruana sufrió recientemente un ictus), los que estaban junto a ella en la casa me comentaron que le cambió por completo la cara", relató su hijo, quien aseguró que la familia se siente "abrumada" con este doble reconocimiento "primero con la concesión del Premio Lorca y, ahora, con este premio; es algo realmente fantástico".
Blanca Varela es la segunda mujer que gana el Premio Reina Sofía de Poesía instituido en 1992 para reconocer la obra de un autor vivo de España y Latinoamérica, después de que la portuguesa Sophia de Mello Breyner lo lograra en 2003, y la primera en obtener el Premio Lorca de Poesía, creado en 2004, que, con 50.000 euros, es el galardón poético en español de mayor dotación económica del mundo. El jurado del premio estuvo formado por el presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, y el rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso; Antonio Gamoneda, ganador de la pasada edición del galardón; el Premio Nobel José Saramago; la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, y el académico Luis María Anson, entre otras personalidades.
Este premio ha sido otorgado a otros seis poetas latinoamericanos: el chileno Gonzalo Rojas, en 1992; el brasileño Joao Cabrao de Melo Neto, en 1994; el colombiano Álvaro Mutis, en 1997; el uruguayo Mario Benedetti, en 1999; el chileno Nicanor Parra, en 2001, y el argentino Juan Gelman, en 2005. Los españoles galardonados han sido Claudio Rodríguez, en 1993; José Hierro, en 1995; Ángel González, en 1996; José Ángel Valente, en 1998; Pere Gimferrer, en 2000; José Antonio Muñoz Rojas, en 2002; José Manuel Caballero Bonald, en 2004, y Antonio Gamoneda, en la pasada edición.
Reseña biográfica

Poeta peruana nacida en Lima en 1926.
Muy joven ingresó a la Universidad de San Marcos para estudiar Letras y Educación trabando amistad con importantes intelectuales de la época. En 1949 se radicó en Paris donde conoció a Octavio Paz quien fue determinante en su carrera literaria, conectándola además al círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.Posteriormente vivió en Florencia y Washington donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos.
En 1959 publicó su primer libro, «Ese puerto existe», en 1963 «Luz de día» y en 1971 «Valses y otras confesiones». Más tarde, en 1978, realizó la primera recopilación fundamental de su escritura en «Canto villano». Finalmente apareció su antología de 1949 a 1998 con el título «Como Dios en la nada».Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001 y el Premio Ciudad de Granada 2006. Actualmente reside en Lima.
POEMAS
A MEDIA VOZ
la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro acepto la luz bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris acepto el duelo y la fiesta
no he llegado no llegaré jamás
en el centro de todoesta el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor su huella
sus restos todo para decir que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi en la muerte
casi en el fuego


A ROSE IS A ROSE

inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume


AQUELLA TORTURADA NUBE...
Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,desgarrando,chocando
con masas de ángeles.
Cóncava,valva de nieve y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandory fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.
Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.

ASÍ SEA
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,que fue un día.
Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de fiesta.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.


AUVERS-SUR -OISE
Nadie te va a abrir la puerta.
Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música.
No. Es la campanilla del
teléfono.Te equivocas.
Es un ruido de máquinas,
un jadeo eléctrico, chirridos,
latigazos.No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No. Es un alarido agudo, una enorme,
altísima lengua que
lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.
Todas las riquezas,
todas las miserias,
todos los hombres,
todas las cosas desaparecen
en esa melodía ardiente.
Tú estás solo, al otro lado.
No te quieren dejar entrar.
Busca, rebusca, trepa, chilla.
Es inútil.
Sé el gusanito transparente,
enroscado, insignificante.
Con tus ojillos mortales
dale la vuelta a la manzana, mide
con tu vientre turbio y caliente
su inexpugnable redondez.
Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído,
dueño de la muerte y
de la vida.No puedes entrar.
Dicen.

ESCRITORES GUERREROS

BubbleShare: Share photos - Find great Clip Art Images.

TALLER DE POESÍA IMAGO MUNDI 2007 / LA GUERRERA Y LOS GUERREROS