Grecia de nuevo
Playas ásperas de piedra
y el sol y la luna
conviven bajo un mismo cielo.
Aroma de cordero
y las estatuas caídas,
al desgaire,
entre los matorrales del museo.
Tiendas de dulces, recargados de miel
y siempre el tropel bullicioso
de empleados públicos en huelga:
Maestros, médicos, oficinistas.
Pequeñas iglesias
saturadas de incienso
y en los muros,
del génesis al Apocalipsis,
la historia integra
con su dorada aura
de icono bizantino.
Los ritos ortodoxos
se vuelven aun más puros
en el recoleto jardín de los monasterios.
Ese silencio venció a los turcos
para detener, hoy como ayer,
los toscos ídolos persas
y sus reyes rudos.
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