Yo estaba viviendo en Barcelona, los primeros tiempos de un divorcio borrascoso. Compartía un apartamento antiguo, en el Eixample, y dormía los restos de una noche de copas y sushi, en la cosmopolita capital catalana, donde celebrábamos mi nuevo empleo en La Vanguardia, como jefe de redacción del periódico on line.
Eran la una de la tarde de un perezoso otoño que todavía calentaba las persianas típicas de un piso del Eixample, y ya los olores a frituras del patio interior al que daba mi habitación, me estaban despertando, cuando de pronto mi room mate, que era diseñadora y trabajaba en casa, sacudió mi puerta a golpes "Caty, Caty...párate tía, que hay un follón en Nueva York...lo están dando por la tele". Yo le respondí que me dejara dormir, pero ella insistió, tocando más duro a la puerta y gritando "Se queman las torres gemelas...". me levanté como un resorte ya con la urgencia de la noticia: Frente a mí en la pantalla, en una imagen dantesca y de ciencia ficcón, se incendiaba una de las torres gemelas. Comencé a decir: "Eso no es un incendio eso es un atenta...y me interrumpió la avioneta estrellándose en la segunda torre!!...mi instinto de reportera de guerra no había fallado, era un atentado planificado, y fue allí cuando comenzaron a caer los cuerpos por las ventanas, y se desató el infierno, ante mis ojos atónitos y los de Rosi, que como buena catalana con seny no estaba acostumbrada a tanto revuelo.
Menos de cinco minutos después sonaba el teléfono de casa, era el dueño del periódico, que estaba en la central, porque también era el día de la Diada en Catalunya y se dirigía a las ceremonias políticas correspondientes cuando le avisaron de la noticia y decidió estar presente en todo. El Conde de Godó me preguntó que si tenía Visa, y yo ingenuamente le contesté que sí, pero que la tenía hasta los topes...él me corrigió enseguida...Visa Americana, en el pasaporte, querían que me fuera con el equipo de TV3 para que sirviera de ancla, porque era la única reportera disponible que hablaba perfecto inglés...increible, pero ese es uno de los rezagos feudales de España. El conde me dijo que en 15 minutos me pasaría buscando su chofer, para llevarme al aeropuerto con la gente del equipo, nos movilizaríamos en su jet privado a Madrid y de allí inmediatamente a New York...no lleves equipaje, me dijo, compra allá lo que necesites.
Logramos llegar en el último avión que permitieron entrar al aeropuesto de La Guardia. Todo ea un caos, la aduana, la paralización del aeropuerto, nadie estaba preparado para una situación así: Era un nuevo Pearl Harbor para Estados Unidos.
La gente de la embajada y la NYPD, policía de NY, nos dieron toda la cooperación posible, pero era un caos en el infierno. Llegamos de milagro. El aire era parte de lo que debieron de ver los últimos ojos de Pompeya, en minutos nuestras ropas y cabellos se pusieron grises por la ceniza en el aire, todo eran imágenes de dolor y desconcierto, rostros y rostros llorando, gente gimiendo, tráfico infernal y miles de personas en las calles sin poder usar el metro ni ningún medio de transporte público...era el horror.
Nueva York siempre se ha sentido como una ciudad país, dentro de un país. Es la ciudad más atípica de los Estados Unidos, los neuyorquinos son únicos y multiraciales, étnicos y cosmopolitas, reales y de ciencia ficción...por eso, desde el primer momento, la pregunta que todos se hacían era por qué nosotros...
Recordar todo lo que viví ese día y los días de la semana siguiente, darían para escribir un libro entero. Pero hoy, cuando ya han pasado tantos años, que el recordatorio de este hecho atroz ya no es primera página en ningún periódico, quiero rendir un breve homenaje en mi blog, a todos aquellos valientes periodistas, policías, bomberos, paramédicos y ciudadanos neuyorquinos, que se enfrentaron a esa atrocidad con absoluto valor, y que pusieron como prioridad sobre su vida misma, la vida de los otros, la recuperación del alma de una ciudad, la caridad y la entrega, haciendo de este mundo con su presencia, un sitio más decente en el que vivir. A ellos y a las cientos de familias de inmigrantes latinos, que perdieron a sus amados en la hecatombe del 11S, todo mi respeto.
Mharía Vázquez Benarroch.
1 comentario:
A su salud!
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