martes, 11 de noviembre de 2008

ADIOS MAMÁ ÁFRICA /IN MEMORIAM MIRIAM MAKEBA





Siempre la respeté más allá de la superficialidad del éxito, porque ella más que la cantante era el símbolo de la mujer africana, firme contra todas las inclemencias de la historia. Su voz se alzó siempre para cantar libertad, y en sus labios Soweto tomó la dignidad que se merecía.
Adios Mama Africa, izolo, namhlanje, kusasa Umama. Hamba khale Umama Makeba.
mharía vázquez benarroch

La revolución de Mamá África


CARLOS GALILEA 11/11/2008 / EL PAÍS. ESPAÑA


Era una de las mujeres más queridas y admiradas de África. Miriam Zenzile Makeba, conocida como Mamá África, pasó 30 años en el exilio. Al llegar a Londres en 1959 no se atrevía a entrar en los restaurantes porque veía a los blancos en las mesas. Y comer con los blancos era algo impensable en la Suráfrica del apartheid. Recordaba que en el avión de South African Airways nadie quiso sentarse a su lado. Viajando por el sur de Estados Unidos, con Harry Belafonte, al que consideraba un hermano mayor, también se encontró con prohibiciones debidas al color de su piel. Hablaba bajito, pero su voz sonó muy firme cuando se dirigió a la Asamblea General de Naciones Unidas para denunciar la discriminación racial.


Cantó en grupos como Manhattan Brothers y Skylarks, ante el emperador Haile Selassie y la Organización para la Unidad Africana (OUA) en Addis Abeba y, en Nueva York, en la velada en que Marilyn Monroe le dedicó a Kennedy su inolvidable Happy birthday, se retiró pronto porque tenía fiebre, pero una limusina la fue a buscar porque el presidente quería saludar a la joven surafricana. Estuvo casada con Stokely Carmichael, líder de los Panteras Negras -se empeñó en que él y sus amigos vistieran correctamente "no se hace una revolución para estar en el lodo", les dijo-, y con el trompetista Hugh Masekela. Conoció a cantantes de jazz como Sarah Vaughan o Dinah Washington, se hizo amiga de Nina Simone, y decía sentirse afortunada por haber vivido la época en que algunos países de África lograban su independencia y los negros de Estados Unidos luchaban por sus derechos. Superó un cáncer, pero nunca la muerte de Bongi, su única hija, fallecida mientras ella participaba en la gira Graceland, de Paul Simon. Recibió premios como el Polar, el de Música de la Unesco o el Dag Hammarskjöld, por su labor humanitaria.


El 11 de junio de 1990 regresó a Suráfrica. Tanto ella como sus discos habían estado vetados 30 años. Llegó al aeropuerto de Johanesburgo temprano por la mañana. Fue uno de los momentos más conmovedores de su vida: la cantante Brenda Fassie empezó a cantar Nkosi sisekele, el himno del Congreso Nacional Africano. Todos lloraban y se abrazaban.


Makeba no podía terminar un concierto sin Pata pata, la canción que la hizo famosa, y que ella consideraba una de las más insignificantes de su repertorio. A sus 76 años le resultaba ya penoso viajar, pero reclamaban su presencia desde Islandia hasta Singapur. Nelson Mandela se lo dijo un día a Winnie: "Cuando vi a aquella jovencita supe que iba a ser alguien".



Miriam Makeba muere cantando por la libertad

MIGUEL MORA - Roma - 11/11/2008

Miriam Makeba, falleció el domingo a medianoche en Castel Volturno, un feudo de la Camorra napolitana, muy cerca del lugar donde hace dos meses la Mafia asesinó a seis inmigrantes africanos. Mamá África se sintió mal durante un concierto colectivo contra la Camorra y el racismo, dedicado al escritor Roberto Saviano. La artista, de 76 años, cantó y bailó descalza durante 20 minutos, y cerró su última actuación con un bis: el mítico Pata pata.


La cantante será enterrada con un funeral de Estado en Suráfrica

Makeba aceptó hacer el último bis aunque ya se encontraba mal, explicaron a este diario fuentes cercanas a la organización del concierto. "Estaba algo enfadada porque la hicieron salir al final y ya casi no había público", explica una persona que estaba sobre el escenario y prefiere guardar el anonimato. "Había tenido un día lleno de visitas y decía que le dolían las piernas. Por la mañana, fue al Centro Don Fernández (un local de integración de inmigrantes), paseó por Nápoles, y cuando llegó al concierto ya estaba mal".


Makeba tenía previsto cantar seis canciones, pero solo cantó cuatro. "Al acabar, volvió entre cajas y se desvaneció. Pedimos un médico, y éste la reanimó durante un rato largo haciéndole el boca a boca", continúa la fuente anónima. "Luego llamamos a la ambulancia del 118. Tardaría entre 15 y 20 minutos en llegar".


Cuando Makeba ingresó en la clínica privada Pineta Grande, situada a unos 1.800 metros del escenario, los médicos no pudieron hacer nada por su vida. Ayer, mucha gente en Nápoles se hacía una pregunta sencilla. ¿Por qué no había una ambulancia y un coche de bomberos en el lugar del concierto, como es preceptivo por ley? "Probablemente, alguien se olvidó de llamarlos o prefirió ahorrarse el dinero", responde Andrea Aragosa, productor de conciertos y manager del saxofonista Enzo Avitabile. "La ambulancia y los bomberos los contrata el organizador del concierto, y cuestan unos 1.100 euros. La Región debería haber hecho cumplir la ley". El concierto se celebraba bajo los auspicios del Gobierno regional campano. Cerraba los llamados Estados Generales de la Escuela para el Mediodía, unas jornadas organizadas por la Consejería de Educación para promover la cultura frente al crimen organizado.El consejero de Educación, Corrado Gabriele, mostró ayer su profundo pesar, igual que el presidente regional, Antonio Bassolino. Sobre la polémica de la ambulancia, Gabriele afirma que todo se hizo de forma legal. "No hacía falta una ambulancia porque el hospital de Castel Volturno está a menos de dos kilómetros. Makeba sufrió un ataque muy fuerte, y en su muerte no influyó la ausencia de una ambulancia. Yo mismo llamé a la ambulancia, dos veces, y tardó menos de tres minutos en llegar. A mí también me pareció una eternidad, pero tardó eso". Y añade que Makeba fue reanimada por un médico sobre el escenario y recuperó el pulso. "Cuando llegó la ambulancia, usaron el desfibrilador, se recuperó y se la llevaron a la clínica. La desgracia es que le repitió el infarto en el hospital y ya no pudieron salvarla".


Roberto Saviano, profundamente consternado, afirmó ayer que Makeba "era, para los surafricanos, la voz de la libertad".

A pesar de que tenía fiebre desde hacía unos días y graves problemas de artritis, Makeba no quiso renunciar a dejar su mensaje de libertad en el territorio de la Camorra. Según el Gobierno regional, la organización mafiosa había enviado el sábado a unos emisarios para reclamar el pizzo (la extorsión) a los operarios que montaban el escenario.


El presidente surafricano, Nelson Mandela, el hombre que restauró la dignidad y la democracia en Suráfrica y que convenció a Makeba a regresar a su país natal tras tres décadas de exilio, declaró: "Es justo que haya muerto en el escenario. Su muerte nos entristece a nosotros y a todo el país".


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