"Funky' is about the injustices, the things that go wrong, the hungry kids going to school trying to learn. 'Funky' is about what it takes to make people move - take it from the gospel, from the jazz."
James Brown
Hablar de James Brown es hablar de la música negra norteamericana con mayúsculas, es hablar del transvase del primitivo R & B al Soul a principios de los sesenta y de la evolución del Soul al Funk a finales de esa misma década.
Si algo ha caracterizado la carrera de James Brown ha sido su valentía para evolucionar y su eficiencia contrastada como todoterreno musical. Capaz de cantar, ¿O mejor se podría decir suplicar?, las más desgarradoras baladas (Please, Please, Please, It's a Man's World), el soul más potente y dinámico (I Feel Good, Papa's Got a Brand New Bag) o el funk más explosivo (la célebre Sex Machine, Hot Pants destilando sexualidad o la reivindicativa Say it loud, I'm Black & I'm Proud) siendo capaz de arremeter instrumentales de la talla de Night Train.
En los años 50, James Brown llevó sus modos de iglesia al rhythm and blues, que en los 60, ya con conciencia racial, se transformó en soul, que inundó el planeta. Desarrolló el concentrado de ritmo que se bautizó como funk y que mantendría su gancho hasta el presente. En los 70, el funk tuvo como hijo bastardo a la disco music y sirvió de base para el hip-hop: literalmente, miles de temas de rap parten de grabaciones de Brown como Funky drummer o Give it up or turn it loose.
El funk es una creación colectiva: todos los instrumentos se concentran en generar ritmo, a expensas de la melodía. James Brown tuvo la habilidad de implicar a instrumentistas imaginativos, muchos de los cuales siguieron productivas carreras en solitario: Alfred Pee Wee Ellis, Maceo Parker, Fred Wesley, William Bootsy Collins. No obstante, sin la visión de James Brown, es posible que no hubieran pasado de nombres para coleccionistas. Brown entendía su orquesta, fueran los Famous Flames o los JBs, como su instrumento particular: sus famosas coletillas -“llevadme al puente”, “dad espacio al batería”- eran instrucciones de escenario. Buscaba el momento óptimo para grabar: muchos de sus clásicos se hicieron en la carretera, entre actuación y actuación.
No podía ser de otra manera. Brown se había ganado el título de el trabajador más duro del mundo del espectáculo por la intensidad de sus actuaciones y el número de conciertos: más de 300 en sus buenos años. Alardeaba de la afilada precisión de sus bandas, sometidas a disciplina militar: multas por retrasos, descuidos indumentarios, fallos musicales; si el culpable se resistía, podía ponerse violento.
Venía de un mundo duro. Nació en una choza en los alrededores de Barnwell (Carolina del Sur) el 3 de mayo de 1933, aunque también se han sugerido fechas anteriores. Abandonado por su madre, creció con su padre, un trabajador itinerante, hasta que terminó en Augusta (Georgia), donde una tía regentaba una fonda que también funcionaba como timba y prostíbulo. Sin apenas educación, el niño Brown procuró ganarse la vida limpiando zapatos, recogiendo algodón y robando piezas de autos. En una de esas fechorías, le atraparon y le condenaron a entre 8 y 16 años de cárcel (según él, todavía era un menor pero le encerraron y le juzgaron cuando llegó a la edad penal). Fue un buen preso y, tras tres años y un día, le soltaron.
Soñó con profesionalizarse como boxeador o pitcher de béisbol. Pero entró en la música gracias al pianista Bobby Byrd, cuya familia prometió alejarle de la delincuencia. Hacían gospel pero un encuentro con el representante de Little Richard les impulsó a cambiar de onda e instalarse en Macon (Georgia). Como los Famous Flames, incluso asumieron la personalidad de Little Richard & the Upsetters, cumpliendo sus contratos regionales cuando Tutti frutti se hizo éxito mundial.
Debutó discográficamente -y triunfó- en 1956, con el sello King. Una cruz de la que no se libraría fácilmente: era una compañía corta de mente, que se resistió a muchas de sus ocurrencias (James tuvo que pagarse hasta la grabación del ahora mítico Live at The Apollo). Durante años, fue comercializado como un artista sureño y, todo lo más, como figura del gueto. Esto explica que nunca llegara al número uno en las listas nacionales estadounidenses -sí en las de rhythm and blues- a pesar de docenas de éxitos. Y eso hace aún más impresionante la enormidad de su influencia.
Contemporáneos como Ray Charles, Otis Redding o Aretha Franklin llegaron sin problemas al mercado blanco. Sin embargo, se juzgó que Brown resultaba demasiado salvaje para el gran público (ni siquiera entró en el circuito contracultural y en los festivales hippies, tan provechosos para muchos artistas negros). Se hizo más intimidante a partir de 1968, cuando musicalizó la ideología del Black Power con Say it loud - I'm black and I'm Proud.
Pero no era un radical. Creía en la integración: intentó establecer una cadena de restaurantes y una red de emisoras de radio. En 1968, intervino para calmar los disturbios que siguieron al asesinato de Martin Luther King; también fue a tocar con una banda mínima ante los soldados destacados en Vietnam. Si le llamaban de la Casa Blanca, allí acudía, aunque el inquilino fuera Richard Nixon.
En 1988, culminando una serie de incidentes por violencia doméstica, fue arrestado tras una persecución policial que dejó su coche acribillado. Ya se sabía que su agresividad y su paranoia se debían al PCP, droga conocida como polvo de ángel. Le cayeron seis años de cárcel, de los que cumplió la mitad. Le amargó comparar su sentencia con el trato aplicado a, por ejemplo, Jerry Lee Lewis, cantante veterano de historial aún más turbulento, aunque debe recordarse que James salió mejor librado de posteriores detenciones por posesión de drogas y conflictos matrimoniales.
No era una florecilla del campo: abofeteaba en público a empleados por transgresiones menores. Impecable desde el tupé a las botas exigía pleitesía: el Padre del Funk no quería que nadie olvidara que había cambiado la música para siempre.
Hoy ha muerto, a los 73 años, de una traicionera neumonía de invierno, después de haber superado en el 2004 un cáncer de próstata. El camino ya estaba escrito, de forma tal que hasta su muerte causara conmoción por ocurrir en navidad.
Sus canciones y particular estilo de interpretar el R&B vivirán para siempre.
2 comentarios:
Una pena.
Descanse en Paz
Genial post.
I feed good
Gracias ;)
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