En ti confluye todo
al paso de los ríos de la aurora
minúscula carne de Dios.
Más allá del mal de la estulticia
celebras en el sueño del silencio
la permanencia infinita del bien y la belleza.
Sobre planicies y montañas
junto al joven viento o a la niña brisa
concibes en la sabiduría de tu substancia
lo admirable.
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